Esta obra se concretó a finales del 2016.
El primer planteamiento fue hacer una reproducción de otra escultura, ubicada en Comillas Santander, ya reunidos personalmente con los promotores, decidieron arriesgar y ejecutar una obra original, inspirada en diversos conceptos y creencias.
Tenía que ser un arcángel guerrero, que oteara el horizonte como un cazador, fuerte, estoico, que representara la fuerza divina en su lucha contra el mal, debía tener movimiento, se percibiría el viento, y lo más importante, el rostro tenía que tener un fondo psicológico impactante.
Con estas pautas deseaban los promotores las escultura, y comentaron : Tomate el tiempo necesario, realiza otros encargos, y ponte con la obra cuando estés tranquilo, y sin agobios. Me pareció una gran oportunidad para tallar una obra relevante, el reto en si alberga mitología, simbolismo, movimiento, y una interpretación de un rostro especial.
Como todo comienzo, surgen dudas, y al intentar visualizar la obra, no soy capaz de imaginarla, como si se hubiera apagado en mi mente, esta práctica que realizó previamente desde hace años. Tras diversos días en blanco, reflexione, tenía que ser humilde, y descender a los orígenes, en donde hace muchos años deambulaba, con mucha dificultad, para desentrañar una obra. Leí todo lo relacionado con los arcángeles, sus orígenes, jerarquías, mitos, y su misión, descubrí detalles singulares, que desconocía, como que son venerados en otras religiones, y también que cada arcángel tenía una personalidad distinta. A partir de ahí tuve que seleccionar un «Azrael» y estudiar su misión, y porque, entre el cielo y la tierra. Realice muchos bocetos, establecí pautas numéricas basadas en el tres, y geometría triangular, al final defini el que más encajaba con estas, pero solo como algo básico, que tenía que elaborar mucho más, bajarse y rehacer hasta encontrar la proporción y el movimiento, a falta de la esencia o alma de la obra. Con el modelado en arcilla, ya tenía resuelto las triangulaciones, forma, proporción y movimiento, en una figura a escala de 1:3 y otra de la cabeza, a tamaño natural de la obra definitiva, de 180 cm. altura del cuerpo sin las alas. El modelado de la figura se realizo varias veces, y la cabeza dos, y esta última a pesar del buen resultado, no acabó de convencerme. Un mal general de los escultores, es el efecto que consigues tras horas de trabajo, observando la misma pieza, te autocomplaces e idealizas la obra, solo con inconformidad y autocrítica, contrarrestas y encuentras el equilibrio. No es fácil pues puedes profanar con mucha censura, es importante estar en condiciones ideales para definir.
La figura de arcilla que solo servirá como base. y el rostro a pesar de estar expectante, no me convencía, buscaba profundizar tras, y decidí resolver estos detalles, tallando directamente la piedra. No sin antes observar muchos rostros, que me dieran alguna señal, (a veces cuanto más buscas, menos encuentras) y suele ser más simple y cercano.
El bloque de piedra, en principio iba a ser mármol blanco, es el ideal para la talla, y encajaba bien para esta obra, sin embargo los clientes el ver las esculturas de granito en mi taller, y por la singularidad de este arcángel, se decidieron por este último material, mucho más duro, y de un color are claro o arena. Esto también contenía más complicaciones, en una escultura ya de por si, compleja. las alas no podían ser pesadas ni aparentarlo, los resanes y detalles son más difíciles de resaltar que en calizas y mármoles. Tenía dos opciones, el silvestre grano fino de Parga-Lugo, del que disponía de un bloque especial y el silvestre de Tomiño-Pontevedra Amarillo Atlántico, que tenia que escoger en cantera, este último por su color, fue el que decidí tallar, ya que refleja tonos diferenciados y es más beis que el de Lugo, indistintamente. son materiales ideales para esculpir.
La escultura final en granito tiene una altura total con las alas de 280 cm. y un peso aproximado de 1.250 kg. el bloque sin tallar pesaba 5.000 kg. solo quedo 1/4 de su volumen. Dos meses llevo el desbaste, sin entrar en el tallado, y a partir de ahí resolver muchos problemas y detalles: el anclaje de unas alas muy estrechas, aligerar la pieza sin debilitar las piernas, la espada y brazos exentos, y el asunto final del rostro, que tamo insomnio me provocaba.
La definición final de la obra representa al arcángel Azrael, en el momento que se posa en la Tierra, flexionado, amortiguando su descenso, con su brazo izquierdo en formación de triángulo, empuñando la espada, en posición vertical en reposo. Representa al guerrero, cazador de almas, la espada está desenvainada pero no es amenazante, como en otras figuras (Gabriel) solo expectante al acecho del mal. El bazo derecho en formación lineal distendida, avanza hasta la mano en cuya postura identifica la conciliación e imposición a las almas, dividiendo los dedos en tres centrales unidos (indicando el mensaje divino) y en tres partes el conjunto de la mano.
El alzado de la figura forma una «X» sinuosa, sin embargo es la conjunción de dos triángulos, el superior compuesto por las alas, el símbolo divino apumande a la tierra y el inferior compuesto por el arcángel, en su contrapuesto apuntando al cielo, en cuyo punto de encuentro es la cabeza, eje central del equilibrio del conjunto. Es una alegoría e interpretación de la misión del arcángel, que es la de recoger a las almas y entregarlas a Dios, este arcángel no vive en el cielo, ni en la tierra, es solitario, solo recoge y acompaña a los elegidos, y a veces tras luchar contra los caidos, rescata a otras almas del infierno.
También la disposición del ropaje, más voluminoso y holgado en la parte inferior, con movimiento, se va ajustando más al cuerpo según se acerca a la parte superior.
La metáfora diluye, los tres pasos: la muerte, purificación, ascensión de las almas.
Al ir terminando la obra, se fueron resolviendo y variando algunos detalles, se vació el hueco entre las piernas, teniendo que nerviarlas (es decir, perforar desde la parte inferior de la base y reforzar con acero y resina), también con la espada y mango.
El tallado se realizó empezando por abajo y subiendo según se perfeccionaban las formas, y al final quedaba la cabeza, tras encajar las facciones y empezar a tallar los detalles, el rostro no se acaba de revelar (como se observa en las fotos) dos veces como en el modelado y ya no había más material para rebajar, se arriesgaba la pieza entera, deje de trabajar en ella unos días, no me atrevía y dudaba, Una tarde al atardecer, estaba a punto de irme para casa y fui a ver la escultura (está en la parte posterior del taller) y me llamó la atención por un momento un ave volando, no agitaba las alas, planeaba, la observé, era un águila, estuve un momento siguiendo su trayectoria, un gran circulo y estaba oteando, y en ese momento encontré la solución: tenía que darle a la cara una mirada rasgos aguileños, e imbuirlo en la esencia y alma del rostro (tensión, emoción, determinación, etc. ) y equilibrarlo.
A falta de la inauguración del mausoleo en Albatera-Alicante, faltan los vitrales de las puerta, voy adelantar algunas fotos y video de la obra.
La obra fue entregada y el comentario de los promotores es halagador:
«Es una maravilla, me encanta mirarlo»
Mi gran satisfacción no son los comentarios, es la satisfacción de haber aprendido algo más con esta obra.